«Sobre los altares es suficiente con que brille la Hostia Sagrada. Sino, como dijo san Hilario, construiríamos iglesias para destruir la fe». Murió el 13 de enero del año 368.
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La Iglesia es una debido a su origen: "El modelo y principio supremo de este misterio es la unidad de un solo Dios Padre e Hijo en el Espíritu Santo, en la Trinidad de personas" (UR 2). La Iglesia es una debido a su Fundador: "Pues el mismo Hijo encarnado, Príncipe de la paz, por su cruz reconcilió a todos los hombres con Dios... restituyendo la unidad de todos en un solo pueblo y en un solo cuerpo" (GS 78, 3). La Iglesia es una debido a su "alma": "El Espíritu Santo que habita en los creyentes y llena y gobierna a toda la Iglesia, realiza esa admirable comunión de fieles y une a todos en Cristo tan íntimamente que es el Principio de la unidad de la Iglesia" (UR 2). Por tanto, pertenece a la esencia misma de la Iglesia ser una:
¡Qué sorprendente misterio! Hay un solo Padre del universo, un solo Logos del universo y también un solo Espíritu Santo, idéntico en todas partes; hay también una sola virgen hecha madre, y me gusta llamarla Iglesia (Clemente de Alejandría, paed. 1, 6, 42).
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Eucaristía - «Se adora en todo momento del día o de la noche: en la noche más profunda o en la paz del corazón. En la angustia más abismal, en las decisiones importantes, para dar gracias a Dios. Se adora en la fidelidad o en el pecado; ¡póstrate frente a Jesús eucaristía!».
«Sólo en la Eucaristía el evangelizador puede cumplir su cometido. ¿Por qué? Porque la evangelización no es una moral, no es ni siquiera una doctrina. La evangelización esencialmente consiste en encontrarse con una Persona, que es Cristo Jesús» Cardenal + RIVERA. MÉXICO. 2003-06-09
Para nosotros, los cristianos, Dios ya no es, como en la filosofía anterior al cristianismo, una hipótesis, sino una realidad, porque Dios "ha inclinado su cielo y ha descendido". El cielo es él mismo y ha descendido en medio de nosotros. Con razón, Orígenes ve en la parábola de la oveja perdida, a la que el pastor toma sobre sus hombros, la parábola de la Encarnación de Dios. Sí, en la Encarnación él descendió y tomó sobre sus hombros nuestra carne, a nosotros mismos. Así, el conocimiento de Dios se ha hecho realidad, se ha hecho amistad, comunión. Demos gracias al Señor porque "ha inclinado su cielo y ha descendido", ha tomado sobre sus hombros nuestra carne y nos lleva por los caminos de nuestra vida.
¡Loado sea Dios que tiene un corazón de carne!
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Eucaristía - Es preciosa la homilía de Benedicto XVI en la apertura del Sínodo sobre la Eucaristía, con su diagnóstico certero sobre el mundo moderno: “queremos poseer el mundo de manera ilimitada, Dios nos estorba y hacemos de Él una simple frase devota, o lo desterramos de la vida pública… Pero donde el hombre se convierte en el único dueño del mundo y en propietario de sí mismo, no puede haber justicia”. Varios medios han tildado esta afirmación, tan evangélica y tan realista, de apocalíptica, cuando se trata de una lectura inteligente de la historia del mundo, y especialmente del siglo que acabamos de dejar atrás. Es una advertencia especialmente adecuada para esta hora que nos toca vivir, aunque provoque sarpullido a los bienpensantes de turno. 2005-10-10
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"En el siglo que acabamos de dejar atrás hemos visto revoluciones, cuyo programa era de no esperar más la intervención de Dios y tomar en sus manos el destino del mundo (...) La verdadera revolución consiste en acercase sin reservas a Dios que es la medida de lo justo y al mismo tiempo del amor eterno. ¿Qué nos puede salvar si no es el amor?", S. S. Benedicto XVI – P.M. - 2005.08
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Por lo tanto, igual que en los tiempos del gulag soviético y de los campos de la muerte nazis, era imposible ignorar los crímenes maoístas en el mismo momento en que se cometían. En aquellos gulag, en los lager como hoy en las celdas ocultas y tenebrosas del comunismo chino, los sacerdotes celebran –cuando pueden- la eucaristía clandestinamente.
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La celebración litúrgica de la Eucaristía
La misa de todos los siglos
Desde el siglo II, según el testimonio de S. Justino mártir, tenemos las grandes líneas del desarrollo de la celebración eucarística. Estas han permanecido invariables hasta nuestros días a través de la diversidad de tradiciones rituales litúrgicas. He aquí lo que el santo escribe, hacia el año 155, para explicar al emperador pagano Antonino Pío (138-161) lo que hacen los cristianos:
La liturgia de la Eucaristía se desarrolla conforme a una estructura fundamental que se ha conservado a través de los siglos hasta nosotros. Comprende dos grandes momentos que forman una unidad básica:
— La reunión, la liturgia de la Palabra, con las lecturas, la homilía y la oración universal;
— la liturgia eucarística, con la presentación del pan y del vino, la acción de gracias consecratoria y la comunión.
Liturgia de la Palabra y Liturgia eucarística constituyen juntas "un solo acto de culto" (SC 56); en efecto, la mesa preparada para nosotros en la Eucaristía es a la vez la de la Palabra de Dios y
He aquí el mismo dinamismo del banquete pascual de Jesús resucitado con sus discípulos: en el camino les explicaba las Escrituras, luego, sentándose a la mesa con ellos, "tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio" (cf Lc 24,13- 35).
El desarrollo de la celebración
Todos se reúnen. Los cristianos acuden a un mismo lugar para la asambleaeucarística. A su cabeza está Cristo mismo que es el actor principal de
La liturgia de la Palabra comprende "los escritos de los profetas", es decir, el Antiguo Testamento, y "las memorias de los apóstoles", es decir sus cartas y los Evangelios; después la homilía que exhorta a acoger esta palabra como lo que es verdaderamente, Palabra de Dios (cf 1 Ts 2,13), y a ponerla en práctica; vienen luego las intercesiones por todos los hombres, según la palabra del Apóstol: "Ante todo, recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad" (1 Tm 2,1-2).
La presentación de las ofrendas (el ofertorio): entonces se lleva al altar, a veces en procesión, el pan y el vino que serán ofrecidos por el sacerdote en nombre de Cristo en el sacrificio eucarístico en el que se convertirán en su Cuerpo y en su Sangre. Es la acción misma de Cristo en
Desde el principio, junto con el pan y el vino para la Eucaristía, los cristianos presentan tambié n s u s d o n e s p a r a compartirlos con los que tienen necesidad. Esta costumbre de la colecta (cf 1 Co 16,1), siempre actual, se inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre para enriquecernos (cf 2 Co 8,9):
Los que son ricos y lo desean, cada uno según lo que se ha impuesto; lo que es recogido es entregado al que preside, y él atiende a los huérfanos y viudas, a los que la enfermedad u otra causa priva de recursos, los presos, los inmigrantes y, en una palabra, socorre a todos los que están en necesidad (S. Justino, apol. 1, 67,6).
La Anáfora: Con la plegaria eucarística, oración de acción de gracias y de consagración llegamos al corazón y a la cumbre de la celebración:
En el prefacio, la Iglesia da gracias al Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo, por todas sus obras , por la creación, la redención y
En la epíclesis, la Iglesia pide al Padre que envíe su Espíritu Santo (o el poder de su bendición (cf MR, canon romano, 90) sobre el pan y el vino, para que se conviertan por su poder, en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, y que quienes toman parte en la Eucaristía sean un solo cuerpo y un solo espíritu (algunas tradiciones litúrgicas colocan la epíclesis después de la anámnesis);
en el relato de la institución, la fuerza de las palabras y de la acción de Cristo y el poder del Espíritu Santo hacen sacramentalmente presentes bajo las especies de pan y de vino su Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz de una vez para siempre;
en la anámnesis que sigue, la Iglesia hace memoria de la pasión, de la resurrección y del retorno glorioso de Cristo Jesús; presenta al Padre la ofrenda de su Hijo que nos reconcilia con él;
en las intercesiones, la Iglesia expresa que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia del cielo y de la tierra, de los vivos y de los difuntos, y en comunión con los pastores de la Iglesia, el Papa, el obispo de la diócesis, su presbiterio y sus diáconos y todos los obispos del mundo entero con sus iglesias.
En la comunión, precedida por la oración del Señor y de la fracción del pan, los fieles reciben "el pan del cielo" y "el cáliz de la salvación", el Cuerpo y la Sangre de Cristo que se entregó "para la vida del mundo" (Jn 6,51):
Porque este pan y este vino han sido, según la expresión antigua "eucaristizados", "llamamos a este alimento Eucaristía y nadie puede tomar parte en él s i no cree en la verdad de lo que se enseña entre nosotros, si no ha recibido el baño para el perdón de los pecados y el nuevo nacimiento, y si no vive según los preceptos de Cristo" (S. Justino, apol. 1, 66,1-2).
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¿Por qué la Eucaristía es fuente y cumbre, el centro mismo de la vida cristiana?
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Nikola Eterovic – 2005-10
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REDESCUBRIR EL SIGNIFICADO DE LA GENUFLEXIÓN
Y subraya la importancia de la adoración
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 7 octubre 2005- El cardenal Jean-Louis Tauran ha invitado a redescubrir el significado de la genuflexión que está perdiéndose entre muchos católicos de occidente.
El archivista y bibliotecario de Santa Romana Iglesia, antiguo secretario vaticano para las Relaciones con los Estados, denunció: «Casi no se practica la genuflexión durante la celebración de la misa».
Por otro lado, reconoció, «las iglesias están cerradas a menudo entre semana y la visita al Santísimo Sacramento se convierte a menudo en imposible».
«Sería bueno que nos acordáramos de la importancia del testimonio cristiano y de las comunidades que no dudan en ponerse de rodillas para testimoniar la grandeza y la proximidad de Dios en la Eucaristía», sugirió en el Sínodo de los obispos, hablando en francés, su lengua.
El purpurado ha recordado que es «delante de la Eucaristía que el hombre reconoce que tiene necesidad de Otro que le de nuevas energías para los combates de la vida».
En este sentido, reconoció que «un mundo sin adoración» sería un mundo a la sola medida del hombre, un mundo que no sería más que el mundo de la producción se convertiría en una vida irrespirable».
En su conclusión, ha afirmado que « un mundo sin adoración» no sería más que un «mundo de la producción», que «pronto se haría irrespirable».
«Un mundo sin adoración no es sólo irreligioso: ¡es un mundo inhumano!».
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Aceptemos que la felicidad es incompatible con cualquier grado de egoísmo.
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Meditaciones sobre el evangelio, en: Oeuvres spirituelles (Seuil, l958, pag. 174)
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Santo Tomás de Aquino (1225-1274) teólogo dominico, doctor de la Iglesia - Opúsculo para la fiesta del Corpus Christi.
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La Eucaristía, signo eficaz de la paciencia de Cristo
Nadie puede reconsiderar la paciencia de Cristo si no la recibe como alimento participando de la Palabra y del Pan. Tal paciencia no es una virtud moral; es la expresión temporal del amor con el que Jesús ha amado a los hombres hasta el fin.
Al renovarnos sin cesar interiormente, la participación del Pan nos introduce en la acción de gracias de Cristo, que se entrega al amor en el despojo de la cruz; de esta forma nos da la garantía de la victoria decisiva obtenida sobre la muerte. Pero la escucha de la Palabra no es menos necesaria, ya que, penetrándonos con su poder, la Palabra nos modela progresivamente según la imagen de la paciencia de Cristo.
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La misión de la Iglesia consiste en irradiar la belleza de Dios.
Los discípulos, transformados por el Espíritu del Resucitado y participando en la vida de Dios Trinidad, constituyen la Iglesia del amor.
El lugar en el que nace y se expresa la Iglesia es en la Eucaristía.
Vivimos en un mundo que es una muchedumbre de soledades, estamos todos juntos pero no hay unidad. La Iglesia tiene una riqueza inmensa, la unidad que Cristo nos da, el ágape que nos transmite en la Eucaristía; esto es lo que tenemos que anunciar al mundo.
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¿Qué es la Eucaristía?
La Eucaristía es la consagración del pan en el Cuerpo de Cristo y del vino en su Sangre que renueva mística y sacramentalmente el sacrificio de Jesucristo en la Cruz. La Eucaristía es Jesús real y personalmente presente en el pan y el vino que el sacerdote consagra. Por la fe creemos que la presencia de Jesús en la Hostia y el vino no es sólo simbólica sino real; esto se llama el misterio de la transubstanciación ya que lo que cambia es la sustancia del pan y del vino; los accidente—forma, color, sabor, etc.— permanecen iguales.
La institución de la Eucaristía, tuvo lugar durante la última cena pascual que celebró con sus discípulos y los cuatro relatos coinciden en lo esencial, en todos ellos la consagración del pan precede a la del cáliz; aunque debemos recordar, que en la realidad histórica, la celebración de la Eucaristía ( Fracción del Pan ) comenzó en la Iglesia primitiva antes de la redacción de los Evangelios.
Necesariamente el encuentro con Cristo Eucaristía es una experiencia personal e íntima, y que supone el encuentro pleno de dos que se aman. Es por tanto imposible generalizar acerca de ellos. Porque sólo Dios conoce los corazones de los hombres. Sin embargo sí debemos traslucir en nuestra vida, la trascendencia del encuentro íntimo con el Amor. Resulta lógico pensar que quien recibe esta Gracia, está en mayor capacidad de amar y de servir al hermano y que además alimentado con el Pan de Vida debe estar más fortalecido para enfrentar las pruebas, para encarar el sufrimiento, para contagiar su fe y su esperanza. En fin para llevar a feliz término la misión, la vocación, que el Señor le otorgue.
Si apreciáramos de veras la Presencia real de Cristo en el sagrario, nunca lo encontraríamos solo, únicamente acompañado de la lámpara Eucarística encendida, el Señor hoy nos dice a todos y a cada uno, lo mismo que les dijo a los Apóstoles "Con ansias he deseado comer esta Pascua con vosotros " Lc.22,15. El Señor nos espera con ansias para dársenos como alimento; ¿somos conscientes de ello, de que el Señor nos espera el Sagrario, con la mesa celestial servida.? Y nosotros ¿ por qué lo dejamos esperando.? O es que acaso, ¿ cuando viene alguien de visita a nuestra casa, lo dejamos sólo en la sala y nos vamos a ocupar de nuestras cosas.?
Eso exactamente es lo que hacemos en nuestro apostolado, cuando nos llenamos de actividades y nos descuidamos en la oración delante del Señor, que nos espera en el Sagrario, preso porque nos "amó hasta el extremo" y resulta que, por quien se hizo el mundo y todo lo que contiene (nosotros incluidos) se encuentra allí, oculto a los ojos, pero increíblemente luminoso y poderoso para saciar todas nuestras necesidades.
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¿Porque la Eucaristía es un sacrificio?
La Eucaristía es por encima de todo un sacrificio: sacrificio de la Redención y al mismo tiempo sacrificio de la Nueva Alianza. El hombre y el mundo son restituidos a Dios por medio de la novedad pascual de la Redención. Esta restitución no puede faltar: es fundamento de la "alianza nueva y eterna" de Dios con el hombre y del hombre con Dios. Si llegase a faltar, se debería poner en tela de juicio bien sea la excelencia del sacrificio de la Redención que fue perfecto y definitivo, o bien sea el valor sacrificial de la Santa Misa. Por tanto la Eucaristía, siendo verdadero sacrificio, obra esa restitución a Dios.
En este sentido, el celebrante, en cuanto ministro del sacrificio, es el auténtico sacerdote, que lleva a cabo –en virtud del poder específico de la sagrada ordenación- el verdadero acto sacrificial que lleva de nuevo a los seres a Dios. En cambio, todos aquellos que participan en la Eucaristía, sin sacrificar como él, ofrecen con él, en virtud del sacerdocio común, sus propios sacrificios espirituales, representados por el pan y el vino, desde el momento de su presentación en el altar.
Efectivamente, este acto litúrgico solemnizado por casi todas las liturgias, "tiene su valor y su significado espiritual". El pan y el vino se convierten en cierto sentido en símbolo de todo lo que lleva la asamblea eucarística, por sí misma, en ofrenda a Dios y que ofrece en espíritu. Es importante que este primer momento de la liturgia eucarística, en sentido estricto, encuentra su expresión en el comportamiento de los participantes. A esto corresponde la llamada procesión de las ofrendas, prevista por la reciente reforma litúrgica y acompañada, según la antigua tradición, por un salmo o un cántico.
Todos los que participan con fe en la Eucaristía se dan cuenta de que ella es "Sacrificium", es decir, una "Ofrenda consagrada". En efecto, el pan y el vino, presentados en el altar y acompañados por la devoción y por los sacrificios espirituales de los participantes, son finalmente consagrados, para que se conviertan verdadera, real y sustancialmente en el Cuerpo entregado y en la Sangre derramada de Cristo mismo. Así, en virtud de la consagración, las especies del pan y del vino, "re-presentan", de modo sacramental e incruento, el Sacrificio propiciatorio ofrecido por El en la cruz al Padre para la salvación del mundo.
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Adoración Eucarística:
Exposición y bendición
Siendo el pan una comida que nos sirve de alimento y se conserva guardándole, Jesucristo quiso quedarse en la tierra bajo las especies de pan, no solo para servir de alimento a las almas que lo reciben en la sagrada Comunión, sino también para ser conservado en el sagrario y hacerse presente a nosotros, manifestandonos por este eficacísimo medio el amor que nos tiene.
En toda forma de culto a este Sacramento hay que tener en cuenta que su intención debe ser una mayor vivencia de la celebración eucarística. Las visitas al Santísimo, las exposiciones y bendiciones han de ser un momento para profundizar en la gracia de la comunión, revisar nuestro compromiso con la vida cristiana; la verificación de cada uno ante la Palabra del Evangelio, el asomarse al silencioso misterio del Dios callado... Esta dimensión individual del tranquilo silencio de la oración, estando ante él en el amor, debe impulsar a contrastar la verdad de la oración, en el encuentro de los hermanos, aprendiendo también a estar ante ellos en la comunicación fraternal.
La exposición y bendición con el Santísimo Sacramento es un acto comunitario en el que debe estar presente la celebración de la Palabra de Dios y el silencio contemplativo. La exposición eucarística ayuda a reconocer en ella la maravillosa presencia de Cristo o invita a la unión más íntima con él, que adquiere su culmen en la comunión Sacramental.
Habiéndose reunido el pueblo y, si parece oportuno, habiéndose iniciado algún cántico, el ministro se acerca al altar. Si el Sacramento no se reserva en el altar de la exposición, el ministro, con el paño de hombros lo trae del lugar de la reserva, acompañado por acólitos o por fieles con velas encendidas.
El copón o la custodia se colocará sobre el altar cubierto con mantel; mas si la exposición se prolonga durante algún tiempo, y se hace con la custodia, se puede usar el manifestador, colocado en un lugar más alto, pero teniendo cuidado de que no quede muy elevado ni distante. Si se hizo la exposición con la custodia, el ministro inciensa al Santísimo; luego se retira, si la adoración va a prolongarse algún tiempo.
Si la exposición es solemne y prolongada, se consagrará la hostia para la exposición, en la Misa que antes se celebre, y se colocará sobre él altar, en la custodia, después de la comunión. La Misa concluirá con la oración después de la comunión, omitiendo los ritos de la conclusión. Antes de retirarse del altar, el sacerdote, si se cree oportuno, colocará la custodia y hará la incensación.
Durante el tiempo de la exposición, se dirán oraciones, cantos y lecturas, de tal suerte que los fieles, recogidos en oración, se dediquen exclusivamente a Cristo Señor.
Para alimentar una profunda oración, se deben aprovechar las lecturas de la sagrada Escritura, con la homilía, o breves exhortaciones, que promuevan un mayor aprecio del misterio eucarístico. Es también conveniente que los fieles respondan a la palabra de Dios, cantando. Se necesita que se guarde piadoso silencio en momentos oportunos.
Ante el Santísimo Sacramento expuesto por largo tiempo, se puede celebrar también alguna parte, especialmente las horas más importantes de la Liturgia de las Horas; por medio de esta recitación se prolonga a las distintas horas del día la alabanza y la acción de gracias que se tributan a Dios en la celebración de la Misa, y las súplicas de la Iglesia se dirigen a Cristo y por Cristo al Padre, en nombre de todo el mundo.
ORACIÓN
Amén.
Al final de la adoración, el sacerdote o el diácono se acerca al altar; hace genuflexión, se arrodilla y se incoa este himno u otro cántico eucarístico:
Mientras tanto, arrodillado, el ministro inciensa el Santísimo Sacramento, si la exposición se hizo con la custodia.
Luego se pone en pie y dice:
Oremos
R. Amen.
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"La comunidad cristiana tiene que mostrar la belleza del Amor al mundo"
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“El alma sola sin maestro, que tiene virtud, es como el carbón encendido que está solo; antes se irá enfriando que encendiendo” (SAN JUAN DE LA CRUZ, Dichos de luz y de amor)
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Algunos piensan, no sin razones que la cultura europea está en decadencia y puede llegar a desaparecer. No es imposible si se toma en el sentido estricto de europeo-occidental, pero en cambio no es posible si se refiere al fondo o núcleo esencial de la misma, el cristianismo, que primero fue judío, luego romano, bárbaro, feudal, europeo, americano y después africano y asiático. El cristianismo no está hecho para lograr una cultura propia, cerrada y perecedera, sino para ser la sal y la luz de cualquiera de las civilizaciones que vayan apareciendo y que quieran llevar en ellas algo de eternidad.
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"El hombre prehistórico también tiene un sitio en la Historia de la Salvación"
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Chesterton: “Estoy orgulloso de verme atado por dogmas anticuados, como dicen mis amigos periodistas, porque sólo el dogma razonable vive lo bastante para que se le llame anticuado”.
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«Sin fe, no nos engañemos, ni hay cultura, ni hay unidad».
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‘La seguridad no es más que dejar que Dios vaya aclarando mis certezas’.
‘En realidad no importa cómo sirvamos a Dios, importa querer e intentar escucharle’.
Hermana ROSARIO, Novicia de las Siervas de María-2003
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La fe es la fuente de nuestra alegría. Creemos que Dios nos creó para vivir en profundidad la felicidad humana, que de algún modo experimentamos en la tierra, pero cuya plenitud acontecerá en el cielo. La alegría de vivir, la alegría del amor y de la amistad, la alegría del trabajo bien hecho, etc., expresan, de un modo admirable, lo que todos entendemos por alegría humana.
Para nosotros, los cristianos, la causa-fundamento de nuestra alegría no es otra que la causa de la alegría de Jesús: ser plenamente consciente de que Dios, nuestro Padre, nos ama. Este amor transforma nuestras vidas y llena de gozo nuestro corazón. Nos ayuda a comprobar que, realmente, Jesús no vino para imponernos ningún tipo de yugo. Él vino para enseñarnos lo que significa ser plenamente feliz y plenamente hombres. Por tanto, cuando descubrimos la verdad, descubrimos también la alegría: la verdad sobre Dios, nuestro Padre, la verdad de Jesús, nuestro Salvador, la verdad sobre el Espíritu Santo que vive en nuestros corazones.
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«El que no sirve para servir, no sirve para amar».
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"Obras todas del Señor, bendecid al Señor".-
“¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!” (Sal 8, 2).-
“En la grandeza y hermosura de las criaturas, proporcionalmente se puede contemplar a su Hacedor original . . . Y si se admiraron del poder y de la fuerza, debieron deducir de aquí cuánto más poderoso es su plasmador...; si fueron seducidos por su hermosura, ... debieron conocer cuánto mejor es el Señor de ellos, pues es el autor de la belleza quien hizo todas estas cosas”.
“En la grandeza y hermosura de las criaturas, proporcionalmente se puede contemplar a su Hacedor original… Y si se admiraron del poder y de la fuerza, debieron deducir de aquí cuánto más poderoso es su plasmador...; si fueron seducidos por su hermosura, ... debieron conocer cuánto mejor es el Señor de ellos, pues es el autor de la belleza quien hizo todas estas cosas”. Palabras del libro de la Sabiduría.
La fe es como una noche, una noche oscura, diseminada de estrellas. En efecto, San Juan de la Cruz - aquél gran místico de la cristiandad - justamente hablaba de la noche oscura de la fe en la vida espiritual. ¿No es verdad, sin embargo, que durante la noche se ve mucho más? Durante el día, es verdad, vemos con claridad, con más precisión (hasta podemos tocar las cosas, medirlas), a pesar de esto, vemos poco porque vemos lo que nos circunda ya que nuestro campo visivo es muy limitado. Durante la noche, también es verdad que vemos con menos claridad, sin precisión, sin embargo, vemos podemos ver más plenamente, vemos más lejos y podemos ver las lejanas estrellas que están a miles de años luz, así podemos ver nuestra pequeña vida en el contexto del inmenso universo, en el contexto de la totalidad de la creación.
‘Dónde comienza y dónde termina el conocimiento de Dios’
"Dios siempre ha sido, siempre es y siempre será o más exactamente, siempre es. Porque «fue» y «será» significan fragmentos de tiempo, propios sólo de nuestra naturaleza fluyente, en tanto que Dios siempre es y, precisamente, El mismo se otorga este nombre cuando contesta a Moisés en el monte (Cf Ex. 3, 14).
Pues todo cuanto existe lo abarca El, que no tuvo principio ni tendrá final, como un mar ilimitado e infinito que excede todo pensamiento sobre el tiempo y la naturaleza, por grande que sea. En nuestro entendimiento nos representamos a Dios, bastante oscura y limitadamente, no concibiendo los atributos que le son propios, sino valiéndonos de los seres que hacen referencia a El. Mas si la imagen de algo se alcanza a partir de otra cosa, se llega solamente a una figura de la verdades que escapa antes de poder retenerla, huye antes de que
Sucede esto, según mi parecer para que, por una parte, por aquello por lo cual El puede ser comprendido por nosotros, nos atraiga a Si, pues nadie espera ni pretende conseguir lo que no le es dado conocer en modo alguno. Por otra, por cuanto nos es inasequible, se constituye en objeto de nuestra admiración, para que siendo admirado, sea deseado; deseándolo, nos purifique y purificados, nos haga divinos a fin de tener relación con quienes han sido hechos semejantes a El." ...[…]…
San Gregorio Nacianceno, Homilía 38, 7
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Por venir a visitarnos, nuestro agradecimiento.
Por la gracia de Dios, en el año del Señor 2007: Anno Domini
"In Te, Domine, speravi; non confundar in aeternum!".
Mane nobiscum, Domine! ¡Quédate con nosotros, Señor!
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La Iglesia testimonia el Evangelio por los caminos del mundo, ¡por eso es católica!; desde que Cristo la fundara, hace dos milenios.
“El que a vosotros escucha, a mí me escucha” (Lc 16,10).
"Marana tha, ven, Señor Jesús" (Ap 22, 20).
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Dones y frutos del Espíritu Santo - La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo.
Los siete dones del Espíritu Santo son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (cf Is 11, 1-2). Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.
Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: ‘caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad’ (Ga 5,22-23, vg.).
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In Obsequio Jesu Christi.
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A las ‘tres de la tarde’ conmemoramos la muerte de Ntra. Señor Jesucristo.
La Hora de la Misericordia - Las Tres de la Tarde (recuérdalo).
Oraciones - "Expiraste, Jesús, pero la fuente de vida brotó inmensamente para las almas, y el océano de Misericordia se abrió por todo el mundo. O fuente de Vida, Oh Misericordia Infinita, abarca el mundo entero y derrámate sobre nosotros".
"Oh Sangre y Agua, que brotaste del Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros, en Vos confío".
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