ALGUNAS FOTOS

lunes, 28 de junio de 2010

Tres caras de la Revolución

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Plinio Corrêa de Oliveira

En varias ocasiones hemos mostrado cómo la explosión protestante del siglo XVI, la revolución francesa del siglo XVIII y la revolución comunista del siglo XX constituyen tres fases de un inmenso movimiento, uno en el espíritu, objetivos e incluso métodos: la Revolución.

Hoy, voy a tratar de señalar algunas de las características del alma de este movimiento, es decir, algo del espíritu de la Revolución en las personas de tres de sus líderes.

Una sensualidad abrumadora

En la máscara de la muerte de Martín Lutero, un primer análisis revela la rudeza de sus facciones y confirma su nota característica de auto-importancia. También lo muestra como un demagogo rebelde, que predicó tantos errores y difundió la rebelión por todas partes, causando tanta sangre derramada.



Pero la impresión que salta de inmediato y se convierte en definitiva, en la mente del observador, es de sensualidad, un amor exagerado por las delicias de todo orden.

Ver esta imagen despierta un sentimiento de disgusto.

Un odio igualitario

Las características de Robespierre, cuya máscara de muerte está en el museo de Madame Tussaud en Londres, principalmente expresa el odio. Un odio tan profundo, tan abrumador, que si bien, sin erradicar completamente la sensualidad, constituye la nota dominante de la fisonomía.



Esos labios, cerrados para siempre, sin embargo, todavía parecen transmitir algo de sus comandos de violencia y muerte de la época del terror. Esos ojos, que ya no ven, parecen conservar una expresión de odio viperino. La frente redondeada da la sensación de que todavía está rumiando violentas piezas de oratorias y planes de subversión.

Todo en él habla de un odio igualitario, en la especulativa, así como los planos militantes, un inmenso deseo de destruirlo todo, bajo cualquier título que sea superior a él.

El sonriente Comunista

La tercera foto presenta a Ernesto 'Che' Guevara, el guerrillero argentino trasplantado a Cuba, quien tan auténticamente expresa el sello marxista de la revolución cubana.



El pelo, que parece no haber sido nunca cortado o lavado, un bigote escaso y pelado cuyas extremidades se juntan creando una barba andrajosa con contornos inciertos, forman el marco para un rostro que expresa la dejadez y el desorden. Provoca una repulsión instintiva, a pesar de que intenta despertar una impresión de naturalidad y sencillez llevada al extremo.

Su mirada de una luminosidad poco frecuente y su sonrisa parecen dar una cierta idea de una genialidad mística y de afabilidad.

Este hombre sacarina es uno de los partidarios del régimen de El Paredón (el gran muro de la muerte), en donde tantas víctimas inocentes han sido cruelmente asesinadas. Un régimen que se movilizó contra la Iglesia con una persecución que siguió a la perfección el estilo de Robespierre o Lenin.

Si la fisonomía de Lutero expresa principalmente avidez por los placeres del cuerpo, y el de Robespierre por encima de todo, el odio igualitario, la cara de "Che Guevara" representa la máscara más reciente de la Revolución, es decir, una insincera buena voluntad que vela los peores hechos de violencia y crímenes.

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Publicado en Tradition in Action www.traditioninaction.org

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